Pareció que John Pinilla hizo un pacto sagrado con los dioses para
conducir a Colombia hacia el segundo título en el Mundial de fútbol de
salón en una jornada en la que las lágrimas se derrocharon producto de
la emoción y la palabra campeón retumbó y salió hasta de la propia
garganta del presidente Juan Manuel Santos.
De sus botines, color amarillo, y apoyado por unos compañeros, que en
vez de jugadores parecían héroes dispuestos a entregar su propia vida
por la patria, Pinilla fabricó cuatro goles que generaron el éxtasis en
el coliseo El Salitre de Bogotá, donde lució la mancha amarilla y el
"ole” y los aplausos sobraron por montones.
Fantástica, de ensueño y para nunca olvidar fue la actuación de
Colombia este 26 de marzo de 2011 en la final de la décima Copa Mundo
Jaime Arroyave, la cual consiguió gracias a su nítido y contundente
triunfo 8-2 sobre el quinteto guaraní que fue destronado y al que le
cobraron la deuda pendiente de 2003 cuando venció 5-4 en otra final.
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